![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHceQ9WUmeTVJM-GbyvWTjP-4Rq8SeZ4qGEJvEdehI54JQ-0a6rl3pFloERJRxVBR2FBC4nP3I-oLrou7ZKXjkqewCaBMfUS1JUnpvedJHOssWoebtxHvFHe2CX72N91ElvskeMJAefAM/s200/El+Naufrago.gif)
Navegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su lado le dijo:
-Pide a Atenea, pero también a tus brazos.
Cuando pidas ayuda en tus problemas, primero demuestra que ya estás trabajando para solucionarlos
No hay comentarios:
Publicar un comentario